Por Helen Aguirre Ferré
Los códigos de ética son importantes. En el periodismo, ayudan a las salas de redacción y a las juntas editoriales a tomar mejores decisiones y a adquirir credibilidad ante la comunidad a la que sirven.
En los últimos años, muchas distinguidas organizaciones noticiosas han sido abochornadas por revelaciones de que algunos de sus colegas estaban plagiando o inventando reportajes afectando a periódicos tan destacados como USA Today y The Washington Post, entre otros.
Además, la revelación de que el gobierno de los Estados Unidos estaba pagándoles a los medios iraquíes para que publicaran reportajes halagüeños al gobierno norteamericano y que al anfitrión de un programa de radio, Armstrong Williams, se le había pagado una suma importante para presentar el programa Que Ningún Niño Quede Rezagado (No Child Left Behind) en forma favorable, incrementó la creciente desconfianza del público sobre la independencia de los medios en cuanto a las violaciones éticas.
Por ese motivo, casi todas las organizaciones noticiosas han estado revisando sus códigos de ética para asegurarse que sus salas de redacción tienen significativas directrices para orientarles y aclarar lo que es apropiado y lo que no es apropiado en cada organización.
Un estudio publicado en 1999 por la Sociedad Americana de Editores de Periódicos (American Society of Newspaper Editors) analizó los códigos de ética de 33 diferentes periódicos. Muchos de los códigos eran lo estándar: no es apropiado aceptar regalos, viajes o dinero por un reportaje, por ejemplo. Pero muchos no incluían temas tales como corregir errores, problemas de privacidad, engaño y plagio. Sólo 1/5 parte de ellos trataba de la difícil, pero importante, separación entre la sala de redacción y el departamento de anuncios.
Ciertamente, muchas, sino todas las organizaciones noticiosas analizadas, han puesto al día sus códigos. Sin embargo, lo que esto nos demuestra es que cada organización noticiosa tiene sus directrices éticas independientes específicas para cada organización.
Por lo tanto, resultó una gran sorpresa para un número de destacados periodistas del sur de la Florida que fueron señalados por violar un supuesto código de ética de The Miami Herald que prohibía a sus periodistas recibir compensación de las agencias noticiosas del gobierno estadounidense, como Radio y TV Martí, aunque esto no era prohibido por las compañías para las que trabajaban otros periodistas. The Miami Herald tiene una política que prohíbe que sus periodistas colaboren con remuneración con agencias de noticias del gobierno federal. Diario Las Américas no tiene esa misma política, al igual que no la tienen muchos medios de habla hispana del sur de la Florida. Tampoco lo tiene WPBT Canal 2 de la PBS en donde yo modero un programa de análisis de noticias estatales semanalmente. De los once periodistas citados, sólo dos eran empleados del diario en español El Nuevo Herald a tiempo completo, otra era una periodista independiente del mismo. Los otros trabajan para otros medios de prensa escrita, radial o televisada con la aprobación de dichas compañías bajo la estricta vigencia del código de ética que ellos aplican.
¿Por qué, entonces señalar a estos otros periodistas que no eran empleados de The Miami Herald en ese reportaje, tomando en cuenta de que no era noticia ya que se sabía públicamente que todos ellos habían participado en Radio y TV Martí? ¿No era esto en realidad un problema de personal que The Miami Herald tenía que tratar en privado con sus empleados en lugar de hacerlo en un reportaje a cinco columnas en la primera plana del periódico? ¿O es que había algo más tras este reportaje que no era evidente a primera vista?
Muchos opinan que la motivación tras este reportaje y el destacado despliegue de las fotografías de 10 de los 11 periodistas, en forma parecida a las fotos de delincuentes que se ven en Correos, era para destruir la credibilidad de Radio y TV Martí por medio de la destrucción de la credibilidad de los periodistas que les prestaron servicios profesionales remunerados.
Radio y TV Martí por lo regular no son tenidos en alta estima por los medios en general porque se consideran como una unidad de propaganda del gobierno federal y del exilio cubano. Esta crítica viene de aquellos que nunca han estado en sus oficinas y mucho menos analizado el contenido noticioso de Radio y TV Martí. Cuando el reportero de The Miami Herald, Oscar Corral, me llamo sobre la información que estaba a punto de publicar le pregunte si él había analizado el contenido de mis participaciones en dichos programas, me dijo que no. Entonces, ¿basado en qué puede este periodista cuestionar mi comportamiento ético cuando en verdad lo que he dicho en Radio y TV Martí es lo mismo que he escrito y dicho en la prensa de la Florida en inglés y en español?
Que exista esta percepción, cuando el contenido de las informaciones nunca se ha analizado por aquellos que la acusan de ser propagandista es injusto y decepcionante.
Cuando yo participé en Radio y TV Martí, jamás se me dijo lo que podía o no podía decir. Era completamente libre para opinar sobre lo que quisiera sin presión o temor a represalia. No sólo, si el gobierno norteamericano era mi “jefe”, al ser el que pagaba mi muy modesta compensación de $75 a $100 por comparecencia, me di el lujo de criticarlo libremente en cuanto a su pobre política y manejo de los asuntos hemisféricos.
Sin embargo, Radio y TV Martí no tiene esa reputación de ser un órgano de información válida y valiosa, lo cual lo es. Mucho tiene que ver con la política. La mayoría de los cubanos exiliados aboga por mantener el embargo comercial en contra del gobierno de Cuba mientras que muchos dentro de las salas de redacción de los periódicos opinan lo contrario. Los que estén a favor de mantener el embargo por la violación de los derechos humanos son catalogados como trogloditas o intransigentes. Los que quieren levantar el embargo son considerados moderados. No nos podemos equivocar, Radio y TV Martí tiene rivales ideológicos.
Ciertamente, no es la misma percepción que se tiene de la Voz de América, por ejemplo. Sus servicios se mantienen en más alta estima por motivos que aún no son claros para mí. Es una agencia de noticias tan notable como la que esta basada en Miami. Es más, el jefe de la oficina en Washington del Hartford Courant trabajó durante casi una década para la Voz de América, con un estipendio similar al que recibieron de Radio y TV Martí algunos de los periodistas en cuestión. Sin embargo, cuando se publicó esa noticia, yo no recuerdo haber leído nada acusando al distinguido periodista de ser un propagandista del gobierno de los EE.UU.
Pero cualquier organización donde los exiliados cubanos sean mayoría se ha acostumbrado a ser falsamente clasificada como “de línea dura” o “intransigente” porque tienen una fuerte posición anti-Castro y pro embargo. El furioso debate para transferir Radio y TV Martí de Washington a Miami hace años, se centró en la capacidad de los periodistas de Miami de ser lo suficientemente profesionales para poder realizar su trabajo sin la influencia de presión de la comunidad exiliada fue absurdo. ¡Cómo si trabajar en Washington, D.C. lo protegiese a uno de la presión política!
¿Hay un estándar doble para medir a los periodistas hispanos contra sus colegas “anglos”? La comunidad hispana del sur de la Florida cree que esto es así. La ira del público se hizo sentir rápida y vocalmente, particularmente en las estaciones de radio de habla española. Muchos cancelaron sus suscripciones a The Miami Herald y aunque se informó que no era una cifra alta, la circulación del periódico ha continuado declinando, según los informes oficiales de la compañía. La comunidad entendió que esto era periodismo “amarillo” del peor y decidió que ya no iba a seguir tolerando la falta de respeto y la difamación de cualquiera que se identifique como teniendo una posición en contra del gobierno comunista de Cuba. Y, entonces, llegó la última gota.
A medida que aumentaba la tensión, incluyendo dentro de The Miami Herald y El Nuevo Herald, uno de sus reporteros preguntó al Director Ejecutivo de The Miami Herald, Tom Fiedler, si la presión de la radio cubanoamericana estaba afectando las decisiones de la empresa, a lo que él replicó, y así fue citado en su periódico, que los que protestaban eran “chihuahuas mordisqueando sus talones.”
¿Hubiera Tom Fiedler dicho lo mismo si la crítica viniera de la comunidad afro americana, judío americana o musulmana americana? Sólo podemos hacer especulaciones.
The Miami Herald acusó a los periodistas que participaban o recibían remuneración de agencias de información del gobierno estadounidense de no tener ética. Quizás ellos ven cualquier asociación con el gobierno como impropia, pero ese es un prejuicio de ellos, no del Diario las Américas o de WPBT Canal 2. Yo soy Directora de las Páginas de Opinión y columnista del primero; y soy anfitriona en la segunda, de un programa semanal de asuntos públicos de la Florida, Issues. Ambas empresas sabían de mi trabajo para TV Martí y no lo objetaban. No era una violación del código de ética de esas compañías.
Para ambas compañías son importantes las consideraciones éticas. Algunas son tan definidas como blanco y negro, otras son grises. Ambas están de acuerdo en que un periodista no debe informar sobre su cónyuge o compañías en las cuales tienen intereses comerciales. Ese conflicto de interés es claro. Pero ¿es correcto que los periodistas informen sobre las corporaciones que son dueñas de su compañía? ¿Y qué de reportar sobre antiguos empleadores, amigos o colegas? ¿Qué sobre cubrir partidos políticos por los cuales uno tiende a votar o reportar sobre los candidatos que uno prefiere?
Recientemente, MSNBC.com reveló que un número de periodistas había contribuido a partidos y campañas políticas. La lista es larga e interesante. Tanto editores como reporteros apoyaron campañas. The Economist, Forbes, The New Yorker, Time, Newsweek €€y U.S. News and World Report están entre las revistas mencionadas. Entre otros, se mencionaban al editor de noticias de la oficina en Washington de los periódicos McClatchy, The Wall Street Journal, The Los Angeles Times, The Chicago Tribune, The Washington Post y el columnista de ética de The New York Times. Además, un redactor de plana y diseñador de páginas de The Miami Herald, estaba en la lista.
Yo no he visto un reportaje sobre el conflicto de intereses de este último individuo en su periódico. Pero hay muchas otras posibles fuentes de conflicto de intereses sobre las cuales The Miami Herald no ha informado.
Miremos al acusador de las faltas de etica y los conflictos de intereses entre los periodistas.
The Miami Herald tiene una asociación con la estación de radio pública local WLRN, que administra la Junta Escolar del Condado Miami-Dade. The Herald transmite sus informaciones y cubre las audiencias de la junta escolar. Es más, ellos comparten los fondos de patrocinio con ese arreglo. El sistema escolar es una de las agencias gubernamentales más grandes. Si trabajar para Radio y TV Martí no es ético por tratarse de una agencia del gobierno, ¿cómo puede TMH justificar su relación con la junta escolar? ¿Ha alterado esta relación, particularmente por los fondos compartidos, la cobertura de noticias entre ambos?
Cuando el fiasco del Herald y Radio y TV Martí, la persona que a menudo contestaba las preguntas hechas a la compañía era el asesor legal y Vicepresidente de Asuntos Públicos en el Herald. Ya él no trabaja para la empresa. El, en efecto, desempeñaba tres funciones. Era el asesor legal de la compañía, dirigía las relaciones públicas y, además, era miembro de la Junta Editorial. Así que la persona que hacía las relaciones públicas de la empresa también asesoraba a la Junta Editorial. Esas responsabilidades ciertamente representan un conflicto de intereses.
Claramente, no todo el mundo estará de acuerdo con esta presentación. El influyente periódico semanal Miami Today puede que esté de acuerdo con estas consideraciones, particularmente porque ellos han informado sobre los conflictos de interés de The Miami Herald, muchos más que los mencionados aquí, y sobre el trato injusto a sus colegas. Otros periodicos, como The Palm Beach Post, probablemente opinaria lo opuesto. Ambos son excelentes periódicos. Las personas razonables pueden disentir en una forma razonable.
La justicia y la exactitud son dos componentes claros del periodismo serio. Ambos, lamentablemente, faltaban en el reportaje que TMH hizo sobre los periodistas que trabajaban para Radio y TV Martí. Ellos atacaron la reputación de distinguidos colegas sin importarles el daño que pudiera hacerles a ellos personalmente o a sus reputaciones profesionales, el recurso más importante que tiene un periodista en su trato con el público.
Ha pasado casi un año desde que ese reportaje se publicó. Todos los periodistas mencionados en el mismo han avanzado a mayores y mejores oportunidades profesionales, algunos dentro de las mismas compañías para las que trabajaban y otros en nuevas. The Miami Herald tiene un nuevo editor después que el anterior renunciara debido al desastre público que él apoyo, el Director Ejecutivo renunció, con su reputación seriamente dañada, y el reportero que escribió el reportaje original acaba de ser arrestado por solicitar a una prostututa. La vida sigue en marcha.
Un tema todavía sigue sin resolver, al menos en la mente de muchos en la comunidad noticiosa: ¿Cómo fue que el gobierno cubano anunció este reportaje del Herald unas semanas antes de su publicación? Eso se transmitió en el programa de discusión del gobierno, La Mesa Redonda, y ha quedado grabado. ¿Cómo pudo el gobierno cubano enterarse de ese reportaje investigativo de The Miami Herald con anticipación? Cada cual puede hacer sus propias deducciones.
Finalmente, la discusión de la ética en los medios es importante y necesita hacerse en una forma ponderada y respetuosa. Las consideraciones son las mismas sin importar raza, credo o etnia. Por eso, agradezco al AEJM haberme invitado a participar en esta discusión y en el esfuerzo por encontrar mejores respuestas a los detalles más delicados de la ética en los medios.
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