Por Helen Aguirre Ferré
¿Puede un negro ser justamente tratado por el sistema judicial norteamericano? Esa es una de las preguntas detrás de un preocupante caso de violencia ocurrido en Louisiana.
Jena es un pueblito rural, con una población de apenas tres mil habitantes, en este estado sureño, en donde las escuelas públicas están racialmente integradas. Pero eso no quiere decir que todos se lleven bien. La mezcla social entre las razas es, aparentemente, inusual en Jena.
El año pasado, un estudiante negro quiso disfrutar de su almuerzo debajo de un árbol en los alrededores del "highschool" donde acostumbraban comer alumnos blancos. Los estudiantes blancos lo rechazaron y varios estudiantes negros se quejaron al director de la escuela pero éste no tomó cartas en el asunto. Al amanecer del siguiente día, los estudiantes de Jena llegaron al colegio para encontrar varias sogas colgadas del mismo árbol deseado tanto por los jóvenes blancos como los negros.
Los padres afroamericanos clamaron para que los estudiantes responsables de ese acto, que recuerda al aberrante trato del blanco contra los esclavos, fuesen expulsados. Sin embargo el director, que es blanco, optó por suspenderlos nada más por tres días. Si él creyó que todo terminaba ahí, se equivocó. Sólo logró aumentar la tensión racial.
En diciembre, seis jóvenes negros apalearon a un estudiante blanco dejándolo inconsciente, según un informe oficial aunque, increíblemente, participó en una actividad escolar esa noche. Los jóvenes negros fueron arrestados y uno, que era menor de edad, fue procesado como adulto y acusado de intento de asesinato aunque el cargo en su contra luego fuese rebajado a asalto de lo cual la corte lo encontró culpable...
Los negros se han quejado de un sistema judicial parcializado y racista. ¿Tendrán razón?
Sí y no. Las leyes judiciales en sí no discriminan, pero la aplicación de la ley podría producir tendencias cuestionables.
De acuerdo con un estudio emitido por el Consejo Nacional de Crimen y Delincuencia, los negros menores de edad tienen más probabilidades de ser juzgados como adultos que menores blancos. Ellos, los menores negros, componen el 38% de los jóvenes en centros de detención a nivel nacional a pesar de que son solamente el 16% de la población juvenil. Sin embargo, estas estadísticas han mejorado en los últimos veinte años.
A pesar de que se puede demostrar que existe discriminación, también existen otros factores para la encarcelación de muchos jóvenes afroamericanos. El hecho es que muchos de estos jóvenes se descarrilan y sí cometen delitos. Esto no es un invento. Pero tampoco es un invento que muchos fiscales, jueces y jurados los tratan con más severidad que a los maleantes blancos. En el caso específico de Jena probablemente se cometieron muchas injusticias. El director de la escuela, las autoridades locales y los estudiantes blancos que no saben compartir la sombra de un árbol con sus compañeros. Pero por tan repugnante y reprochable que sea colgar sogas en el árbol "blanco", eso no es una violación de la ley. Entrarle a palazos a otro, particularmente seis en contra de uno, sí es un delito.
Gracias a los medios de comunicación como el Internet, comentaristas radiales afro americanos, y líderes como el Reverendo Al Sharpton, entre otros, se movilizaron y organizaron una marcha en protesta este jueves pasado a favor de la justicia. Pero ser justos con los jóvenes de todas las razas requiere más que marchas. Se necesitan familias con padres y madres que compartan con los hijos, buenas escuelas para superarse, programas de deportes en los parques y centros comunitarios y oportunidades de trabajo durante el verano cuando los muchachos no están estudiando.
Las marchas son importantes y llaman la atención. Qué pena que pocos marchen por recuperar la vida familiar, por mejores escuelas y en contra de la violencia física y cultural.
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