Por Helen Aguirre Ferré
Hay que luchar por la libertad, por lo menos ésa es la actitud que demuestra el pueblo colombiano frente a las elecciones municipales que se celebrarán este domingo.
Desde el 2003 hasta la fecha, el gobierno del presidente Álvaro Uribe ha logrado que 31,000 paramilitares entregaran sus armas. Sin embargo, las FARC, como buenos marxistas, no desisten en desafiar el principio democrático de seleccionar a los gobernantes a través de las urnas.
Hasta hoy, cientos de candidatos a las elecciones en Colombia han sido secuestrados o amenazados. Más de dos docenas de ellos han sido asesinados, la mitad de estas muertes se atribuyen a las guerrillas de las FARC. Aun con todas estas amenazas, este año se han postulado más candidatos que en otros años, un aumento del 11% en comparación con el 2003. Y los colombianos, no dejándose intimidar gracias en gran parte al extraordinario ejemplo de liderazgo inteligente y valiente de Uribe, se preparan para acudir a votar.
Mientras tanto en Venezuela, Hugo Chávez, que trata de consolidar su permanencia en el poder mediante las llamadas reformas a la Constitución -que no son más que toques cosméticos de una dictadura política- se encuentra con que los estudiantes universitarios poseen una valentía pocas veces vista.
Preocupados por la violencia e inseguridad, la pobreza y desempleo, los estudiantes venezolanos se oponen a la prolongación del mandato presidencial a siete años con la reelección perpetua, la eliminación de los derechos básicos como la información cuando el gobierno lo considere oportuno y el control del gobierno sobre el Banco Central, entre otras cosas.
Chávez insiste en cambiar 63 artículos de la Constitución sin ningún debate libre y abierto, pero el liderazgo estudiantil, como Stalin González, presidente de Federaciones de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, y Yon Goicoechea dicen que pelearán por sus derechos a pesar de las consecuencias finales. Son múltiples las organizaciones, entre ellas organizaciones de derechos humanos, que observan los acontecimientos en ambos países y toman posturas en defensa de aquéllos que consideran indefensos.
En cambio, cuando George W. Bush invoca el derecho del pueblo de Cuba de ser libre de la tiranía y amenazas del gobierno, y propone la creación de un fondo para traer estudiantes a cursar estudios en los Estados Unidos, proveer computadoras y ayudar al pueblo a tener un mayor acceso al resto del mundo, se le acusa de oportunista político y de caer en la trampa de los hermanos Castro. Con éstos nunca se puede ganar.
Si los norteamericanos no se interesan por Cuba, fríamente se les acusa de ignorar la tiranía que padecen los cubanos desde hace casi cincuenta anos. Si proponen ayuda, se les acusa de interferir en los asuntos internos de un país extranjero. ¿Cómo ayudar a un pueblo que vive bajo una cortina de hierro sin interferir con la meta final de los hermanos Castro? Imposible. La ayuda es para crear la circunstancia del cambio democrático y eso no parece ser lo que quieren el fantasma de Fidel Castro y su dinastía.
La jugada de los comunistas es plantear el problema como si fuese culpa de los Estados Unidos, presentando a Raúl y a Fidel como víctimas del sistema norteamericano de la libertad. Quienes sólo ven el levantamiento del embargo y los viajes abiertos como la solución al problema cubano subestiman el control de la seguridad nacional cubana, cuyo modelo es la temida fuerza de seguridad en la ex Alemania Oriental.
Cuba no es libre porque los que mandan no lo permiten. Miles de ejemplos existen de cubanos valientes que luchan a solas por el derecho a ser libres, incluyendo numerosos periodistas independientes, las Damas de Blanco, los presos de conciencia y activistas como Marta Beatriz Roque y Osvaldo Paya Sardiñas. Lo que pide Bush es la solidaridad internacional en apoyo a éstos, como se logró con Haití y con Africa del Sur.
Más importante todavía fue reconocer el papel clave de los miembros de las fuerzas armadas y de la policía en la vida cotidiana. "Cuando los cubanos se levanten para exigir la libertad, la libertad que merecen, Uds. tienen que tomar una decisión: ¿van a defender un viejo orden desacreditado usando la fuerza contra su propio pueblo o van a abrazar el deseo del pueblo por un cambio?" pregunto Bush en su discurso. Los militares ex soviéticos apoyaron a sus pueblos respectivos sorprendiendo al mundo entero. Demostraron que, entre hermanos, todo es posible.
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