Por Helen Aguirre Ferré
Lo único que sé sobre el béisbol es que mi hijo menor lo juega. Fuera de eso, confieso tímidamente que conozco poco. Pero el escándalo por el uso de esteroides entre los jugadores de béisbol ha obligado a muchos a reconocer que el deporte, tristemente, se ha corrompido.
Si no fuese que el béisbol es el deporte que tradicionalmente más se asocia con ser norteamericano no estaríamos hablando del tema. Quizás quedaría como una noticia más de jugadores que abandonan sus principios por ganar a toda costa.
El carácter moral es importante. Por eso que esta noticia asusta. Hacen falta ídolos genuinos que capturen la imaginación nacional, particularmente de los niños y jóvenes que buscan ejemplos a emular. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, declaró en un comunicado de prensa que "el uso de esteroides es un ejemplo terrible para los más jóvenes al alentar conductas que son física y moralmente destructivas."
El anuncio viene después de una investigación asignada al ex senador y embajador George Mitchell quien denuncia el uso masivo de sustancias llégales cuyo propósito es aumentar el rendimiento físico del que las ingiere. La drogadicción ha corrompido al deporte nacional y peor aun, muchos lo sabían ya. Era obvio. Antes, cuando los jugadores envejecían, su juego se deterioraba. Ahora, cuando envejecen juegan mejor convirtiendo a los esteroides en la Viagra de los deportes.
El informe Mitchell es categórico en su acusación a los dueños de los equipos de béisbol de estar más preocupados por sus ingresos que por la salud física y mental de sus jugadores. Tampoco les importó defraudar al público, cuyo cariño y apoyo son indispensables para mantener sus impresionantes estados financieros.
Así como el abuso a los esteroides puede ser grave, causando infartos, infecciones e hipertensión, entre otras cosas, también mata los principios morales básicos con los cuales aprendemos a salir adelante, desarrollando talentos y superándonos para ganar en equipo. Por eso es que los deportes son importantes para los niños. Aprenden a jugar en equipo. Sacrificarse por el bien del grupo y el honor de representar a la escuela o comunidad en un juego forma parte de esa conciencia colectiva que luego se traduce en una convivencia en conjunto que es indispensable. Se aprende a ganar y a perder con decoro.
Pero el uso de drogas ilícitas destroza esos principios. Peor aún, este escándalo les ha tocado de cerca a muchos niños cuyos ídolos eran aquellos deportistas que parecían ganar con el sudor de su frente cuando en realidad eran unos corruptos más.
Claro, el escándalo en el deporte no es algo nuevo. Según los mejor informados, las Medias Blancas de Chicago se vendieron frente al Cincinatti en el juego de las Grandes Ligas de 1919, y los paros del ’81 y el ’94 cortaron las temporadas sin consideración alguna por el público.
Pero siempre había algún jugador que captaba la imaginación con las demostraciones de sus grandes talentos naturales. Ahora, el escándalo daña la imagen de jugadores específicos como Roger Clemens, Barry Bonds, Jose Guillén y Alex Cabrera, entre otros. Se sabe que hay muchísimos más involucrados en esto y muchos lo están negando. Lo tienen que hacer, sus contratos multimillonarios dependen tanto de su buena imagen como de su capacidad física.
¿Qué hacer? Esa pregunta tiene respuesta difícil. El senador Mitchell recomienda que no se castigue a nadie porque muchos que usan esteroides no han sido descubiertos y sería injusto castigar sólo a algunos. Por otra parte, ¿cómo no va a haber una consecuencia por un acto ilícito al ser descubierto?
Cómo va a sobrevivir el béisbol como el deporte nacional, no lo sé, pero sí sé que esto ha sido una llamada de alerta para que regresemos a una vida más sencilla y sana en donde sea mal visto el ganar sin importar las consecuencias. De otra forma, perdemos todos.
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