Saturday, August 25, 2007

En busca del médico de cabecera

Por Helen Aguirre Ferré


La buena noticia es que tenemos un sistema de cuidado crítico (acute care) que es muy bueno. La mala noticia es que padecemos de un cuidado de salud fragmentado que impide la rápida recuperación de los pacientes.
Esto, que fue revelado con el escándalo del hospital de veteranos Walter Reed, podría contribuir a la mejoría del sistema de salud nacional.
Cuando un reportaje del Washington Post demostró serios problemas en uno de los principales hospitales para el cuidado de los soldados gravemente heridos, el presidente George W. Bush nombró al ex senador Republicano Bob Dole y a la ex Secretaria de Salud de la administración de Bill Clinton, ahora Presidenta de la Universidad de Miami, Donna Shalala, para que lideraran un panel para investigar el lamentable asunto.
Los resultados demuestran que los retos con el sistema médico que afrentan los soldados y sus familias son los mismos que enfrenta el resto de la población. Para una operación o cuido intensivo el sistema norteamericano es maravilloso. Un número significativo de médicos especializados ejercen su profesión con la precisión técnica y la vocación esperada en un país como éste. El problema viene después.
La medicina norteamericana está demasiado especializada. No hay quien coordine los esfuerzos de todos los médicos para que el tratamiento se complemente y no aumente el estrés no sólo para el paciente sino también para las familias que no tienen los conocimientos sobre la medicina moderna para poder ser más efectivos en el cuidado del enfermo.
Según la Presidenta Shalala, los problemas se agravan porque no existe un sistema de coordinación. "Tenemos un problema, no es un sistema sin problemas. El cuidado de salud en los Estados Unidos es un sistema fragmentado que en realidad no es un sistema. Un paciente con heridas graves necesita una persona que le coordine su cuidado."
Esa es la recomendación principal hecha por el panel de Dole y Shalala: que una sola persona coordine entre todos los médicos el cuidado y que se encargue del acceso a los beneficios que es un proceso tan burocrático que es ajeno a la manera de pensar de los seres humanos comunes y corrientes. Hay que vivirlo para saber que esto es así.
"Le preguntas a un joven herido en la guerra quién es su médico y te da una lista numerosa. Ellos necesitan un coordinador civil," dice Shalala. También lo necesitan los que no son soldados o veteranos.
La buena noticia es que no hay que reinventar la rueda. Anteriormente, existía el concepto del coordinador: era el médico de cabecera que consultaba con los especialistas y enfermeras. El beneficio es obvio; no se duplican esfuerzos y se elimina cualquier incompatibilidad entre tratamientos que pudiera existir. También sirve para orientar mejor a los familiares. Suficiente tienen con afrontar la pérdida de un ser querido o la posibilidad de una vida incapacitada.
Esto lo enfrenta no sólo el paciente del hospital Walter Reed, podría ser uno del Jackson Memorial Hospital o el Baptist. La falta de un proceso coordinado contribuye a que los pacientes no puedan sanarse oportunamente y da lugar a errores que podrían evitarse y costos económicos que pocos pueden pagar. Más importante, desde luego, es salvar y sanar una vida, el propósito de la medicina.
Sin querer, este examen del cuidado de los veteranos podría abrir las puertas a un nuevo examen del proceso de cuidado médico nacional. Falta hace. Es cuestión de vida o muerte.

Saturday, August 18, 2007

Ética periodística

Por Helen Aguirre Ferré
DIARIO LAS AMÉRICAS
Si en el mundo hubiese sólo dos colores, blanco y negro, desarrollar un código de ética aplicable en todas las circunstancias sería fácil. Pero la realidad es otra y los códigos de ética no son universales.
En los últimos años, muchos periódicos distinguidos han sido abochornados por revelaciones de obvias violaciones de ética periodística, como la del plagio o inventar reportajes, llevando a casi todos a reevaluar sus códigos para asegurar que esos errores no puedan ocurrir fácilmente. Cada uno señala directrices para orientar y aclarar sobre lo que es y lo que no es apropiado para cada organización. Por eso existen diferencias entre los códigos.
Un estudio publicado en 1999 por la Sociedad Americana de Editores de Periódicos (American Society of Newspaper Editors) analizó los códigos de ética de 33 diferentes periódicos. Aunque muchos tenían un contenido estándar – por ejemplo, no es apropiado aceptar regalos, viajes o dinero por un reportaje – muchos no tenían referencia alguna a temas importantes sobre la privacidad, engaño y plagio. Sólo 1/5 parte de ellos hacía mención de la separación entre la sala de redacción y el departamento de anuncios. Ni tenían muchos una mención sobre cómo corregir un error publicado.
Hace poco, msnbc.com reveló que un número de periodistas había contribuido a partidos y campañas políticas, algo que tradicionalmente era prohibido. La lista es larga e interesante. Entre ellos, editores y periodistas de The Economist, Forbes, Time y Newsweek, el columnista de ética de The New York Times, el editor de noticias del buró de Washington DC de McClatchy News y un redactor de plana y diseñador de páginas de The Miami Herald figuraban en la lista, demostrando que cada organización tiene sus directrices éticas independientes.
Por lo tanto, fue una gran sorpresa hace casi un año cuando The Miami Herald fustigó a varios periodistas, la mayoría que no trabajaban para ellos, por violar un supuesto código de ética que prohíbe colaborar con renumeración con TV y Radio Martí. Para The Miami Herald, es impropio que periodistas profesionales colaboren con dicha agencia por ser considerada una rama de propaganda del gobierno norteamericano. Pero para las organizaciones en donde trabajaban los periodistas que no eran empleados de The Miami Herald, no lo es. Si The Miami Herald hubiese evaluado el contenido del trabajo rendido por esos periodistas, algo que según el reportero Oscar Corral no se hizo, tal vez hubiese llegado a otra conclusión.
Se hubiesen enterado de que Carlos Alberto Montaner, por ejemplo, lee sus artículos que son publicados en The Miami Herald y El Nuevo Herald en Radio Martí para que el pueblo cubano tenga acceso a ellos. Tal vez se hubiesen enterado de que Radio y TV Martí no les dice a los periodistas lo que se puede o no se puede decir en forma de análisis u opinión. O sea, tienen una sala de redacción tan normal y profesional como cualquiera otra de habla inglesa.
Por eso, colaborar con Radio y TV Martí llena una función periodística tan válida como cualquier otra. Es más, para esos periodistas en particular, ser totalmente profesional es también un deber cívico para informar a los que no tienen acceso a una prensa libre.
Quizás para algunos, esto sea un trabajo propagandista. Pero los que han trabajado dentro de Radio y TV Martí, saben que es una labor delicada y totalmente ética dentro del estándar del periodismo moderno. Negarle a Radio y TV Martí la colaboración de periodistas profesionales le haría un daño inmenso y quizás para algunos, ése sea el propósito. No se puede negar que Radio y TV Martí tiene rivales ideológicos. Pero estar en desacuerdo no justifica el desacreditar a los periodistas cuya opinión uno no comparte.
Por supuesto que los códigos de ética sí son importantes. En algunos casos enumeran claramente lo que no se puede hacer y en otros casos sólo pueden servir de guía porque no toda circunstancia es tan obvia. Si un medio no tiene inconveniente en que sus periodistas contribuyan a una campaña o candidato político, allá ellos. Y si otro considera apropiado que sus empleados colaboren con Radio y TV Martí, adelante. A la larga, lo más importante es no perder la credibilidad de la comunidad a quien dicen servir. Y los miembros de la comunidad son los que deciden si el código de ética y la credibilidad existen o no.
* * *
En la reunión anual de the Association for Education in Journalism and Mass Communitcations (AEJMC) en Washington D.C., Carlos Alberto Montaner y Helen Aguirre Ferré formaron parte de un panel donde se debatió este tema.

Saturday, August 11, 2007

Hace falta una familia

Por Helen Aguirre Ferré

Esta semana se dieron a la publicidad datos interesantes que son asombrosas buenas noticias sobre los puntos de vista y valores que comparte la gente en cuanto a cómo progresar en este país.
El primero, se anunció hace unas semanas por ED ’08, y fue una encuesta llevada a cabo por Strong American Schools (SAS) y la Conferencia Nacional de La Raza, entre un grupo de adultos hispanos que indicaron que su mayor preocupación en la elección presidencial del 2008 era mejorar la educación. Sorprendentemente, la educación tuvo prioridad sobre temas tradicionales como inmigración, empleos y cuidado de salud, en este bloque de votantes que cada vez es más importante. El 89% de los encuestados dijeron que la posición de un candidato en cuanto a la educación les ayudará a decidir su voto.
Otros datos significativos de esa encuestan muestran que los votantes hispanos están decididamente preocupados por el número de alumnos que abandonan la escuela antes de terminar la secundaria y consideran que éste es el principal problema en la educación. Aunque casi la mitad de los encuestados opinaron que el sistema de escuelas públicas del país no era bueno, los padres asumieron la responsabilidad por los fallos en la educación de sus hijos.
Este último detalle de por sí es muy importante porque demuestra una creciente independencia en cuanto a que los padres no necesitan depender del gobierno para tener éxito. Ellos son responsables de los logros educacionales propios y de sus hijos. Claro está, la calidad de la educación en las escuelas públicas sigue siendo importante, así como la calidad de los maestros, la proporción entre el número de alumnos y maestros y la disciplina.
Pero, en último análisis, los padres son los primeros educadores de sus hijos. Y son ellos los que deben tener el mayor interés y la mayor inversión en el éxito de sus hijos. Casi todos los alumnos que triunfan vienen de hogares donde padres, abuelos, u otros adultos responsables, les han dado ánimo y han capacitado a los alumnos para aumentar sus logros.
Aunque es políticamente correcto poner énfasis en la frase de la Senadora Hillary Clinton de que "hace falta un pueblo" para criar a nuestros hijos, lo que realmente hace falta es una familia, para apoyar y ayudar a formar un buen carácter moral y una fuerte ética de trabajo en los niños para que lleguen a desarrollar todo su potencial. El gobierno simplemente no sabe hacer esto bien.
Los muchachos también parecen estarse dando cuenta de esto. The National Assessment of Educational Progress, una organización que tortura a las escuelas privadas y públicas preparando difíciles exámenes para alumnos en último grado de secundaria (grado 12), este año presentó un examen sobre economía.
Una de las preguntas en el examen era: ¿Qué factor ha sido más importante para con el tiempo reducir la pobreza? A) impuestos, B) desarrollo económico, C) Comercio internacional, o D) el gobierno. Un 53% de los muchachos dieron la respuesta correcta: B) desarrollo económico. Ciertamente ellos comprenden que el desarrollo económico les da a ellos oportunidades económicas.
En otras preguntas sobre barreras económicas los alumnos contestaron correctamente que al eliminar esas barreras los productos resultarían más baratos. Lo más impresionante fue que el 79% de los alumnos que tomaron este examen sobre conocimientos de economía aprobaron el examen. Esto demuestra que ellos comprenden el poder del sistema de mercado libre.
Es interesante que en los momentos en que las encuestas políticas indican que el Partido Demócrata probablemente gane la Casa Blanca el año que viene, todos sus candidatos tienen una visión social y económica para el país que puede catalogarse de a la izquierda del centro. Ninguno de los candidatos demócratas habla sobre educación y tampoco sobre la importancia de facilitar el crecimiento económico.
Aunque el próximo año ciertamente presentara muchos retos al país, particularmente la elección de un presidente, hay motivos de optimismo porque aunque nuestros líderes nacionales no parecen estarse ocupando particularmente bien de algunos de estos temas importantes, por lo menos el público sí los entiende. Y hay la esperanza de que ellos escojan a los líderes que ayudarán a hacer realidad sus expectativas.

Wednesday, August 8, 2007

El código de ética en el periodismo y el injusto trato a los periodistas que trabajan para Radio y TV Martí

Por Helen Aguirre Ferré


Los códigos de ética son importantes. En el periodismo, ayudan a las salas de redacción y a las juntas editoriales a tomar mejores decisiones y a adquirir credibilidad ante la comunidad a la que sirven.

En los últimos años, muchas distinguidas organizaciones noticiosas han sido abochornadas por revelaciones de que algunos de sus colegas estaban plagiando o inventando reportajes afectando a periódicos tan destacados como USA Today y The Washington Post, entre otros.

Además, la revelación de que el gobierno de los Estados Unidos estaba pagándoles a los medios iraquíes para que publicaran reportajes halagüeños al gobierno norteamericano y que al anfitrión de un programa de radio, Armstrong Williams, se le había pagado una suma importante para presentar el programa Que Ningún Niño Quede Rezagado (No Child Left Behind) en forma favorable, incrementó la creciente desconfianza del público sobre la independencia de los medios en cuanto a las violaciones éticas.

Por ese motivo, casi todas las organizaciones noticiosas han estado revisando sus códigos de ética para asegurarse que sus salas de redacción tienen significativas directrices para orientarles y aclarar lo que es apropiado y lo que no es apropiado en cada organización.

Un estudio publicado en 1999 por la Sociedad Americana de Editores de Periódicos (American Society of Newspaper Editors) analizó los códigos de ética de 33 diferentes periódicos. Muchos de los códigos eran lo estándar: no es apropiado aceptar regalos, viajes o dinero por un reportaje, por ejemplo. Pero muchos no incluían temas tales como corregir errores, problemas de privacidad, engaño y plagio. Sólo 1/5 parte de ellos trataba de la difícil, pero importante, separación entre la sala de redacción y el departamento de anuncios.

Ciertamente, muchas, sino todas las organizaciones noticiosas analizadas, han puesto al día sus códigos. Sin embargo, lo que esto nos demuestra es que cada organización noticiosa tiene sus directrices éticas independientes específicas para cada organización.

Por lo tanto, resultó una gran sorpresa para un número de destacados periodistas del sur de la Florida que fueron señalados por violar un supuesto código de ética de The Miami Herald que prohibía a sus periodistas recibir compensación de las agencias noticiosas del gobierno estadounidense, como Radio y TV Martí, aunque esto no era prohibido por las compañías para las que trabajaban otros periodistas. The Miami Herald tiene una política que prohíbe que sus periodistas colaboren con remuneración con agencias de noticias del gobierno federal. Diario Las Américas no tiene esa misma política, al igual que no la tienen muchos medios de habla hispana del sur de la Florida. Tampoco lo tiene WPBT Canal 2 de la PBS en donde yo modero un programa de análisis de noticias estatales semanalmente. De los once periodistas citados, sólo dos eran empleados del diario en español El Nuevo Herald a tiempo completo, otra era una periodista independiente del mismo. Los otros trabajan para otros medios de prensa escrita, radial o televisada con la aprobación de dichas compañías bajo la estricta vigencia del código de ética que ellos aplican.

¿Por qué, entonces señalar a estos otros periodistas que no eran empleados de The Miami Herald en ese reportaje, tomando en cuenta de que no era noticia ya que se sabía públicamente que todos ellos habían participado en Radio y TV Martí? ¿No era esto en realidad un problema de personal que The Miami Herald tenía que tratar en privado con sus empleados en lugar de hacerlo en un reportaje a cinco columnas en la primera plana del periódico? ¿O es que había algo más tras este reportaje que no era evidente a primera vista?

Muchos opinan que la motivación tras este reportaje y el destacado despliegue de las fotografías de 10 de los 11 periodistas, en forma parecida a las fotos de delincuentes que se ven en Correos, era para destruir la credibilidad de Radio y TV Martí por medio de la destrucción de la credibilidad de los periodistas que les prestaron servicios profesionales remunerados.

Radio y TV Martí por lo regular no son tenidos en alta estima por los medios en general porque se consideran como una unidad de propaganda del gobierno federal y del exilio cubano. Esta crítica viene de aquellos que nunca han estado en sus oficinas y mucho menos analizado el contenido noticioso de Radio y TV Martí. Cuando el reportero de The Miami Herald, Oscar Corral, me llamo sobre la información que estaba a punto de publicar le pregunte si él había analizado el contenido de mis participaciones en dichos programas, me dijo que no. Entonces, ¿basado en qué puede este periodista cuestionar mi comportamiento ético cuando en verdad lo que he dicho en Radio y TV Martí es lo mismo que he escrito y dicho en la prensa de la Florida en inglés y en español?

Que exista esta percepción, cuando el contenido de las informaciones nunca se ha analizado por aquellos que la acusan de ser propagandista es injusto y decepcionante.

Cuando yo participé en Radio y TV Martí, jamás se me dijo lo que podía o no podía decir. Era completamente libre para opinar sobre lo que quisiera sin presión o temor a represalia. No sólo, si el gobierno norteamericano era mi “jefe”, al ser el que pagaba mi muy modesta compensación de $75 a $100 por comparecencia, me di el lujo de criticarlo libremente en cuanto a su pobre política y manejo de los asuntos hemisféricos.

Sin embargo, Radio y TV Martí no tiene esa reputación de ser un órgano de información válida y valiosa, lo cual lo es. Mucho tiene que ver con la política. La mayoría de los cubanos exiliados aboga por mantener el embargo comercial en contra del gobierno de Cuba mientras que muchos dentro de las salas de redacción de los periódicos opinan lo contrario. Los que estén a favor de mantener el embargo por la violación de los derechos humanos son catalogados como trogloditas o intransigentes. Los que quieren levantar el embargo son considerados moderados. No nos podemos equivocar, Radio y TV Martí tiene rivales ideológicos.

Ciertamente, no es la misma percepción que se tiene de la Voz de América, por ejemplo. Sus servicios se mantienen en más alta estima por motivos que aún no son claros para mí. Es una agencia de noticias tan notable como la que esta basada en Miami. Es más, el jefe de la oficina en Washington del Hartford Courant trabajó durante casi una década para la Voz de América, con un estipendio similar al que recibieron de Radio y TV Martí algunos de los periodistas en cuestión. Sin embargo, cuando se publicó esa noticia, yo no recuerdo haber leído nada acusando al distinguido periodista de ser un propagandista del gobierno de los EE.UU.

Pero cualquier organización donde los exiliados cubanos sean mayoría se ha acostumbrado a ser falsamente clasificada como “de línea dura” o “intransigente” porque tienen una fuerte posición anti-Castro y pro embargo. El furioso debate para transferir Radio y TV Martí de Washington a Miami hace años, se centró en la capacidad de los periodistas de Miami de ser lo suficientemente profesionales para poder realizar su trabajo sin la influencia de presión de la comunidad exiliada fue absurdo. ¡Cómo si trabajar en Washington, D.C. lo protegiese a uno de la presión política!

¿Hay un estándar doble para medir a los periodistas hispanos contra sus colegas “anglos”? La comunidad hispana del sur de la Florida cree que esto es así. La ira del público se hizo sentir rápida y vocalmente, particularmente en las estaciones de radio de habla española. Muchos cancelaron sus suscripciones a The Miami Herald y aunque se informó que no era una cifra alta, la circulación del periódico ha continuado declinando, según los informes oficiales de la compañía. La comunidad entendió que esto era periodismo “amarillo” del peor y decidió que ya no iba a seguir tolerando la falta de respeto y la difamación de cualquiera que se identifique como teniendo una posición en contra del gobierno comunista de Cuba. Y, entonces, llegó la última gota.

A medida que aumentaba la tensión, incluyendo dentro de The Miami Herald y El Nuevo Herald, uno de sus reporteros preguntó al Director Ejecutivo de The Miami Herald, Tom Fiedler, si la presión de la radio cubanoamericana estaba afectando las decisiones de la empresa, a lo que él replicó, y así fue citado en su periódico, que los que protestaban eran “chihuahuas mordisqueando sus talones.”

¿Hubiera Tom Fiedler dicho lo mismo si la crítica viniera de la comunidad afro americana, judío americana o musulmana americana? Sólo podemos hacer especulaciones.

The Miami Herald acusó a los periodistas que participaban o recibían remuneración de agencias de información del gobierno estadounidense de no tener ética. Quizás ellos ven cualquier asociación con el gobierno como impropia, pero ese es un prejuicio de ellos, no del Diario las Américas o de WPBT Canal 2. Yo soy Directora de las Páginas de Opinión y columnista del primero; y soy anfitriona en la segunda, de un programa semanal de asuntos públicos de la Florida, Issues. Ambas empresas sabían de mi trabajo para TV Martí y no lo objetaban. No era una violación del código de ética de esas compañías.

Para ambas compañías son importantes las consideraciones éticas. Algunas son tan definidas como blanco y negro, otras son grises. Ambas están de acuerdo en que un periodista no debe informar sobre su cónyuge o compañías en las cuales tienen intereses comerciales. Ese conflicto de interés es claro. Pero ¿es correcto que los periodistas informen sobre las corporaciones que son dueñas de su compañía? ¿Y qué de reportar sobre antiguos empleadores, amigos o colegas? ¿Qué sobre cubrir partidos políticos por los cuales uno tiende a votar o reportar sobre los candidatos que uno prefiere?

Recientemente, MSNBC.com reveló que un número de periodistas había contribuido a partidos y campañas políticas. La lista es larga e interesante. Tanto editores como reporteros apoyaron campañas. The Economist, Forbes, The New Yorker, Time, Newsweek €€y U.S. News and World Report están entre las revistas mencionadas. Entre otros, se mencionaban al editor de noticias de la oficina en Washington de los periódicos McClatchy, The Wall Street Journal, The Los Angeles Times, The Chicago Tribune, The Washington Post y el columnista de ética de The New York Times. Además, un redactor de plana y diseñador de páginas de The Miami Herald, estaba en la lista.

Yo no he visto un reportaje sobre el conflicto de intereses de este último individuo en su periódico. Pero hay muchas otras posibles fuentes de conflicto de intereses sobre las cuales The Miami Herald no ha informado.

Miremos al acusador de las faltas de etica y los conflictos de intereses entre los periodistas.

The Miami Herald tiene una asociación con la estación de radio pública local WLRN, que administra la Junta Escolar del Condado Miami-Dade. The Herald transmite sus informaciones y cubre las audiencias de la junta escolar. Es más, ellos comparten los fondos de patrocinio con ese arreglo. El sistema escolar es una de las agencias gubernamentales más grandes. Si trabajar para Radio y TV Martí no es ético por tratarse de una agencia del gobierno, ¿cómo puede TMH justificar su relación con la junta escolar? ¿Ha alterado esta relación, particularmente por los fondos compartidos, la cobertura de noticias entre ambos?

Cuando el fiasco del Herald y Radio y TV Martí, la persona que a menudo contestaba las preguntas hechas a la compañía era el asesor legal y Vicepresidente de Asuntos Públicos en el Herald. Ya él no trabaja para la empresa. El, en efecto, desempeñaba tres funciones. Era el asesor legal de la compañía, dirigía las relaciones públicas y, además, era miembro de la Junta Editorial. Así que la persona que hacía las relaciones públicas de la empresa también asesoraba a la Junta Editorial. Esas responsabilidades ciertamente representan un conflicto de intereses.

Claramente, no todo el mundo estará de acuerdo con esta presentación. El influyente periódico semanal Miami Today puede que esté de acuerdo con estas consideraciones, particularmente porque ellos han informado sobre los conflictos de interés de The Miami Herald, muchos más que los mencionados aquí, y sobre el trato injusto a sus colegas. Otros periodicos, como The Palm Beach Post, probablemente opinaria lo opuesto. Ambos son excelentes periódicos. Las personas razonables pueden disentir en una forma razonable.

La justicia y la exactitud son dos componentes claros del periodismo serio. Ambos, lamentablemente, faltaban en el reportaje que TMH hizo sobre los periodistas que trabajaban para Radio y TV Martí. Ellos atacaron la reputación de distinguidos colegas sin importarles el daño que pudiera hacerles a ellos personalmente o a sus reputaciones profesionales, el recurso más importante que tiene un periodista en su trato con el público.

Ha pasado casi un año desde que ese reportaje se publicó. Todos los periodistas mencionados en el mismo han avanzado a mayores y mejores oportunidades profesionales, algunos dentro de las mismas compañías para las que trabajaban y otros en nuevas. The Miami Herald tiene un nuevo editor después que el anterior renunciara debido al desastre público que él apoyo, el Director Ejecutivo renunció, con su reputación seriamente dañada, y el reportero que escribió el reportaje original acaba de ser arrestado por solicitar a una prostututa. La vida sigue en marcha.

Un tema todavía sigue sin resolver, al menos en la mente de muchos en la comunidad noticiosa: ¿Cómo fue que el gobierno cubano anunció este reportaje del Herald unas semanas antes de su publicación? Eso se transmitió en el programa de discusión del gobierno, La Mesa Redonda, y ha quedado grabado. ¿Cómo pudo el gobierno cubano enterarse de ese reportaje investigativo de The Miami Herald con anticipación? Cada cual puede hacer sus propias deducciones.

Finalmente, la discusión de la ética en los medios es importante y necesita hacerse en una forma ponderada y respetuosa. Las consideraciones son las mismas sin importar raza, credo o etnia. Por eso, agradezco al AEJM haberme invitado a participar en esta discusión y en el esfuerzo por encontrar mejores respuestas a los detalles más delicados de la ética en los medios.

Codes of ethics in journalism: the case of Radio and TV Marti

By Helen Aguirre Ferre


Codes of ethics are important. In journalism, they help newsrooms and editorial boards make better decisions and builds credibility within the community being served.

Within the last few years, many distinguished news organizations have been embarrassed by revelations that some of their colleagues were plagiarizing or inventing news stories, affecting such important newspapers such as USA Today and the Washington Post, amongst others.

In addition, the revelation that the United States government was paying Iraqi media to present news stories flattering to the U.S. government and radio host Armstrong Williams who was paid a substantial sum to present the program No Child Left Behind in a favorable light, added to the public’s growing mistrust of media’s independence from ethics violations.

For that reason, nearly all news organizations have been reviewing their codes of ethics to ascertain that their newsrooms have significant guidelines to guide and make clear what is appropriate and what is not appropriate for each organization.

A study published in 1999 by the American Society of Newspaper Editors analyzed the codes of ethics of 33 different newspapers. Many of the codes were standard fare: it is inappropriate to accept gifts, travel junkets, or money for a story, for example. However, many did not include subjects such as correcting errors, privacy issues, deception, and plagiarism. Only 1/5th addressed the difficult but important division between the newsroom and the advertising department.

Certainly, many if not all of the news organizations analyzed have updated their codes. What we learn from this, however, is that each news organization has their independent ethical guidelines unique to their news organizations.

Therefore, it came as an enormous surprise to a number of prominent south Florida journalists who were targeted for violating a supposed code of ethics of The Miami Herald forbidding their journalists from receiving compensation from the U.S. government news agency like Radio and TV Marti, although it was not prohibited by the companies non-Herald journalists worked for. While The Miami Herald maintains a policy of not allowing their employees to receive remuneration from government news agencies, other media companies do not maintain that policy, such as Diario Las Americas, as do many other Spanish language media in south Florida. Neither does WPBT Channel 2, a south Florida PBS station where I moderate a public affairs program, do they see a conflict of interests. Of the eleven journalists sited, only 2 were employed by the Spanish language El Nuevo Herald full-time, one was a free lance employee. The other journalists cited in the article who work in either in television, radio or print, were employed by companies who do not agree that there is a conflict of interest.

Why then target the other journalists in this story, which was hardly a news story, it was well know that each and every one had a participation in Radio and TV Marti? Was this not in reality a personnel problem The Miami Herald needed to deal with privately with their employees instead of making it the first five-column news story on the front page of the newspaper? Or, was their something else behind this story that was not initially apparent? Certainly, the story was presented in the worst tradition of “gotcha journalism,” implying that there was more to the story than the news actually provided.

Many felt that the motivation behind the news story and the opulent display of 10 of the journalists photographs, often likened to the mug shots one encounters in the Post Office, was to destroy the credibility of Radio and TV Marti by destroying the credibility of the journalists who provided remunerated professional services for their work.

Radio and TV Marti is rarely held in high regard by media in general because it is considered, by those who have never set foot in the offices, much less analyzed the news content of Radio and TV Marti, to be propaganda for the federal government and Cuban exiles. When The Miami Herald reporter, Oscar Corral, called me to inform me of the story he was doing and its imminent publication, I asked him if he had analyzed the content of my work, and he said no. How then can a journalist question the ethics of my work if he or she has never seen it? If they had, they would know that it is identical to what I say in print and on television in Florida in both English and Spanish.

That this perception exists, when the news content or work has never been scrutinized by those who accuse the organization of being propagandistic is unjust and disheartening.

When I participated on programs for Radio and TV Marti, I was never coached or told what I could or could not say. I was completely free to express any opinion I chose without pressure or fear. Not only that, if the federal government was my “boss” as the entity that payed me the modest compensation of $75-$100, I took them to town criticizing my “boss” for having such poor hemispheric policies.

None-the-less, Radio and TV Marti does not have the reputation of being a valuable or valid news source, which it is. Much has to do with politics. The majority of Cuban exiles support the U.S. embargo toward Cuba while most journalists have the opposite opinion. Those who favor maintaining the embargo are labeled as “hard liners” and “troglodytes” while those who oppose the embargo are called “moderates.” It would be a mistake to believe that Radio and TV Marti does not have ideological competitors.

Certainly, this is not the same perception held toward Voice of America, for example. There services are held in the highest esteem for reasons as yet unclear to me, although I have no reason to doubt that. In fact, the Washington bureau chief for the Hartford Courant worked for nearly a decade for Voice of America, with a similar stipend that the some of the journalist for Radio and TV Marti received. Yet when that story was disclosed, I do not recall reading one news story that accused that distinguished journalist of being a propagandist for the U.S. government.

But any organization where Cuban exiles are a majority have become accustomed to being falsely labeled as “hard-liners” or “intransigent” because they hold a strong anti-Castro pro-embargo stance. The furious debate to transfer Radio and TV Marti from Washington to Miami years ago centered on the ability of Miami journalists to be professional enough to be able to perform their work without the influence of pressure from the exile community was ludicrous, as if working in Washington D.C. insulates one from political pressure!

Is there a double standard by which Hispanic journalists are measured versus their “anglo” counterparts? The south Florida Hispanic community believes this to be true. The public outrage was swift and vocal, particularly in the Spanish language radio stations. Many cancelled their subscriptions to The Miami Herald, and although it was reported that it was not a large number, the newspaper’s circulation has continued to decline, according to the company’s published reports. The community understood that this was “gotcha” journalism at its worse and it was no longer going to tolerate the lack of respect and defamation for anyone who is identified with taking a position against the communist government of Cuba. Then, came the last straw.

As tensions escalated, including within both The Miami Herald and El Nuevo Herald, The Miami Herald’s Executive Editor Tom Fiedler was asked by one of his reporters if the pressure of the Cuban American radio was affecting the company’s decisions to which he replied, and was quoted within his newspaper, that the objectors were “Chihuahuas nipping at their heels.”

Would Tom Fiedler had said the same thing if the criticism were stemming from the African American, Jewish American or Muslim American community? One can only speculate.

The Miami Herald accused journalists who participate or receive remuneration from U.S. information agencies as being unethical. Perhaps they view any association with government as inappropriate, but that is their bias, not that of Diario Las Americas or WPBT Channel 2. In the former I am Opinion Page Editor and columnist; for the latter I host a weekly Florida public affairs program, Issues. Both knew of my work for TV Marti and did not object. It was not a violation of either company’s code of ethics.

For both companies, ethical considerations are important. Some are black and white, others are grey. Both would agree that a journalist should not report on their spouses or companies they have business interests. That conflict of interest is clear. But is it appropriate for journalists to report on corporations that own their company? What about reporting on former employers, friends or colleagues? What about covering the political parties one tends to vote for or reporting on candidates one favors?

Recently, MSNBC.com revealed that a number of journalists contributed to political parties and campaigns. The list is long and interesting. Editors and reporters alike openly supported campaigns. The Economist, Forbes, The New Yorker, Time, Newsweek and U.S. News and World Report are amongst the magazines cited. The news desk chief of McClatchy’s Washington Bureau, The Wall Street Journal, The Los Angeles Times, The Chicago Tribune, The Washington Post and the ethics columnist for The New York Times, amongst others. In addition, a copy editor and page designer for The Miami Herald was on the list.

I have not seen a news story of this gentleman’s conflict of interest reported by his newspaper. But there are many other possible source of conflict of interests TMH has not reported as well.

The Miami Herald has a partnership with the local public radio station, WLRN, run by the Miami Dade County School Board. The Herald airs their stories and covers school board hearings. In fact, they share sponsorship revenues through their arrangement. The school system is one of the largest government agencies. If working for Radio and TV Marti is unethical because it is a government agency, how can TMH justify its relationship with the school board? Has this relationship, particularly through shared revenues, altered the news coverage between the two?

When the Herald’s Radio and TV Marti fiasco, the person who often answered the questions for the company was their legal counsel and Vice President for Public Affairs at the Herald. He no longer works for the company. He actually performed three duties. He was the company’s legal counsel, head of public relations and in addition, a member of the Editorial Board. So, the person who did the company P.R. was also advising the Editorial Board. Those responsibilities certainly represent a conflict of interest.

Clearly, not everyone will agree with this presentation. The influential weekly newspaper Miami Today may certainly agree with this assessment, particularly as they have reported on The Miami Herald’s conflicts of interest, many more than reported in here, and of their unfair treatment of their colleagues. The Palm Beach Post, however, agrees with The Miami Herald. Both are fine newspapers. Reasonable people may disagree in a reasonable manner.

Fairness and accuracy are two key components of serious journalism. Both were sadly missing in the story TMH did on the journalists who work for Radio and TV Marti. They impugned the reputations of distinguished colleagues without regard to the harm that could have resulted to them personally or their professional reputations, the most important resource a journalist has in dealing with the public.

Nearly a year has gone by since that story was published. All the journalists involved have moved on to bigger and better professional opportunities, some within the same companies they were working for others in new ones. The Miami Herald has a new publisher after the former, Jesus Diaz, resigned because of the public news disaster he supported, the Executive Editor Tom Fielder resigned, his reputation severely damaged for a rascist comment against hispanics and the reporter who wrote the original story, Oscar Corral, was arrested just last Friday for soliciting a prostitute. Life goes on.

One issue still remains unresolved, at least in the minds of many in the news gathering community, how is it that the Cuban government, announced the disclosure of this Herald story a few weeks in advance? It was aired on the government’s roundtable discussion program La Mesa Redonda and is on tape. How could the Cuban government know of the The Miami Herald’s investigative piece before hand? Your guess would be just as valid as mine would.

Finally, the discussion of ethics is media is important and needs to be conducted in a thoughtful and respectful manner. The considerations are the same regardless of race, creed, or ethnicity. For that reason, I thank the AEJM for inviting me to participate in this discussion and an attempt to find better answers to the finer details of ethics in the media.