Por Helen Aguirre Ferré
La buena noticia es que tenemos un sistema de cuidado crítico (acute care) que es muy bueno. La mala noticia es que padecemos de un cuidado de salud fragmentado que impide la rápida recuperación de los pacientes.
Esto, que fue revelado con el escándalo del hospital de veteranos Walter Reed, podría contribuir a la mejoría del sistema de salud nacional.
Cuando un reportaje del Washington Post demostró serios problemas en uno de los principales hospitales para el cuidado de los soldados gravemente heridos, el presidente George W. Bush nombró al ex senador Republicano Bob Dole y a la ex Secretaria de Salud de la administración de Bill Clinton, ahora Presidenta de la Universidad de Miami, Donna Shalala, para que lideraran un panel para investigar el lamentable asunto.
Los resultados demuestran que los retos con el sistema médico que afrentan los soldados y sus familias son los mismos que enfrenta el resto de la población. Para una operación o cuido intensivo el sistema norteamericano es maravilloso. Un número significativo de médicos especializados ejercen su profesión con la precisión técnica y la vocación esperada en un país como éste. El problema viene después.
La medicina norteamericana está demasiado especializada. No hay quien coordine los esfuerzos de todos los médicos para que el tratamiento se complemente y no aumente el estrés no sólo para el paciente sino también para las familias que no tienen los conocimientos sobre la medicina moderna para poder ser más efectivos en el cuidado del enfermo.
Según la Presidenta Shalala, los problemas se agravan porque no existe un sistema de coordinación. "Tenemos un problema, no es un sistema sin problemas. El cuidado de salud en los Estados Unidos es un sistema fragmentado que en realidad no es un sistema. Un paciente con heridas graves necesita una persona que le coordine su cuidado."
Esa es la recomendación principal hecha por el panel de Dole y Shalala: que una sola persona coordine entre todos los médicos el cuidado y que se encargue del acceso a los beneficios que es un proceso tan burocrático que es ajeno a la manera de pensar de los seres humanos comunes y corrientes. Hay que vivirlo para saber que esto es así.
"Le preguntas a un joven herido en la guerra quién es su médico y te da una lista numerosa. Ellos necesitan un coordinador civil," dice Shalala. También lo necesitan los que no son soldados o veteranos.
La buena noticia es que no hay que reinventar la rueda. Anteriormente, existía el concepto del coordinador: era el médico de cabecera que consultaba con los especialistas y enfermeras. El beneficio es obvio; no se duplican esfuerzos y se elimina cualquier incompatibilidad entre tratamientos que pudiera existir. También sirve para orientar mejor a los familiares. Suficiente tienen con afrontar la pérdida de un ser querido o la posibilidad de una vida incapacitada.
Esto lo enfrenta no sólo el paciente del hospital Walter Reed, podría ser uno del Jackson Memorial Hospital o el Baptist. La falta de un proceso coordinado contribuye a que los pacientes no puedan sanarse oportunamente y da lugar a errores que podrían evitarse y costos económicos que pocos pueden pagar. Más importante, desde luego, es salvar y sanar una vida, el propósito de la medicina.
Sin querer, este examen del cuidado de los veteranos podría abrir las puertas a un nuevo examen del proceso de cuidado médico nacional. Falta hace. Es cuestión de vida o muerte.
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